El lunes día 28 de mayo se celebró el Día Internacional de la Hamburguesa, ese ‘filete’ de especiada carne picada, ahora con numerosas recetas, acompañamientos y versiones vegetales y veganas. Una jornada para rendir homenaje al bocado de comida rápida más universal. Durante la jornada, en distintos puntos del mundo, algunos restaurantes, bares y cafeterías ofrecieron a sus clientes ‘burgers’ especiales a precios también peculiares.
En Santander, Javier, el carnicero de la calle Guevara, había colgado días antes un letrero en el que se leía la fecha y la celebración, y en el que además se informaba de que todas sus hamburguesas ‘gourmet’ se venderían ese lunes a 1 euro, y hasta fin de existencias. Sabiendo de la calidad que atesoran Javier y equipo, y de las ricas variedades de hamburguesas que se preparan en su obrador, desde la clásica de carne de ternera, a la rellenas de queso azul, beicon, foie, cebolla caramelizada, etc., muchos fueron los clientes que acudieron a la llamada. Se superó con creces el millar de piezas vendidas.
Y es que la hamburguesa, que aún no ha enterrado del todo al tan español filete ruso, es ya un producto con un amplio abanico de consumidores que va desde los niños y niñas a muchos ‘abuelos’ que conocieron este producto hace ya unos cuantos años. En la capital cántabra, unos pasos antes de llegar a la carnicería de Javier, durante muchos años brilló en la plancha de su freiduría: Manolo, un hombretón que ‘bordaba’ esta y otras preparaciones (perritos, gambas gabardina, etc) y que no llegó a encontrar ni siquiera una competencia fuerte de las más grandes multinacionales. Fallecido hace varios años, Manolo apostó siempre por la calidad de la carne y el resto de los ingredientes –cebolla, beicon, tomate, lechuga, pan…–, un mimado tratamiento del producto y una cordial atención al cliente, y acertó de pleno. Ese lunes hubiera sido su gran día.