No hay mayor reclamo para los ‘guiris’ que el anuncio de ‘hay sangría’ en las paredes de cualquier tasca española. En su origen, la sangría no era más que vino tinto, agua, azúcar, naranja o limón. Con el paso del tiempo, como siempre, el mejunje se fue modificando. Se cambió el agua por bebidas gaseosas, se suprimió el azúcar y se le añadieron unas gotitas de alcohol: ron, triple seco, ginebra, etc.
Con la modernidad, incluso, se varió el tinto peleón por el blanco de rueda y se le subió la dosis de frutas.
La última moda es coger una amplia copa de tipo cabernet, enfriarla con unos hielos, añadirle después un cava semiseco o dulce, con ralladura de limón o naranja, unas hojitas de menta y pomelo o unas lonchas de pepino. Se sirve con tres piedras de hielo. El invento es de Moet& Chandon, con su champán ‘Ice Imperial’.