“Me va a costar votar el 26-J”, dijo Cayo Lara, el líder saliente de IU, en el traspaso de poderes a Alberto Garzón pocos días después de que la vieja coalición sustanciase su pacto electoral con Podemos. La confesión sugiere el apagado estado de ánimo bastante generalizado en el ‘hermano pobre’ de la alianza armada para el asalto a la hegemonía de la izquierda en España.
Las perspectivas son optimistas a diez días de la cita con las urnas, y sin embargo, el fervor es un bien escaso entre los dirigentes. En Cantabria ni siquiera se molestan en disimularlo ninguno de los dos socios. Un dato muy ilustrativo: Cayo Lara viene a Cantabria la próxima semana y los responsables de la campaña preferirían que su presencia pasara más bien desapercibida.
La fórmula Unidos Podemos supone un hito para la izquierda radical que el último sondeo del CIS cifra en el 25,6% de los votos y 88-92 escaños, un baremo holgadamente superior al del PSOE, 21,2% y 78-80 diputados. Pero el acuerdo electoral no ha terminado con la desconfianza y las rencillas personales e ideológicas que han caracterizado la histórica división de la izquierda, sino que le añade la decepción de IU por su exigua presencia  en las listas.
«No, no terminan de engancharse», admiten en el aparato de campaña, manejado naturalmente por Podemos. Se refieren más a los dirigentes de IU que al electorado de base, al que ve más y mejor integrado en una ofensiva en la que se empieza a ver factible no sólo el ‘sorpasso’ al PSOE sino todo un cambio político en España.
IU quiso situar como número dos al Congreso a Sergio Tamayo, uno de sus referentes, y Podemos Cantabria era bastante receptivo, pero Madrid abortó el intento. Tamayo fue el cuatro y Mercedes Boix, la dos al Senado. La propia Boix y el ex coordinador general Jorge Crespo tienen presencia en la campaña. Los demás dirigentes, entre poco y nada.
En IU hay básicamente tres grupos: uno reducido que apoya el abrazo a Podemos en busca de futuros individuales, otro más grande que se resigna a un acuerdo inevitable y otro que no traga. El ‘sorpasso’ al PSOE en Cantabria está a menos de 600 votos, pero lleno de incertidumbre.