Ha comenzado el baile. La moción de censura que se prepara en Torrelavega y la ya armada en Mazcuerras son las primeras grandes turbulencias que agitarán la geografía municipal de Cantabria en los próximos meses, conforme se vayan acercando las elecciones de 2015. No serán las únicas, pero tampoco es previsible una catarata de relevos en las alcaldías.
Es cierto que el PRC está aliado con el PP o le deja gobernar en otros doce municipios, varios de ellos importantes, y también está ese ‘verso suelto’ que constituye el pacto PP-PSOE en Vega de Pas, con temas candentes y de recorrido largo e incierto como el fracking o el proyecto del teleférico. Sin embargo, el ‘clamor’ social que arropan o intentan arropar las dos mociones en curso en sus tan diferentes magnitudes –la grave crisis industrial de Torrelavega y el derribo de una modesta fuente en Mazcuerras (que por cierto el PRC apoyó en el Pleno)– no se reproduce de momento en otros municipios. Con excepción, quizá, de la contestación popular a la implantación de la OLA, en Laredo, con el posicionamiento en contra del PRC y la reintegración de los dos concejales de IPdL al PP. Todo ello en una rápida secuencia de evolución imprevisible.
Pero en las mociones de censura no es sólo cuestión de que salgan o no las cuentas sino más bien de las relaciones políticas y personales –buenas o malas, que de todo hay– entre los representantes de PP, PRC y PSOE, que en los municipios pequeños tienen mucha más importancia que las estrategias diseñadas por las direcciones de los partidos desde Santander.
La moción de censura de Torrelavega avanza trabajosamente entre las dudas más o menos confesables sobre su oportunidad, la desconfianza mutua y el ruido político de sus promotores, PRC y PSOE, que esperan culminar esta semana –con o sin el edil de ACPT– la negociación del pacto para materializar cuanto antes el relevo del alcalde del PP, Ildefonso Calderón.
La iniciativa ha correspondido al comité local del PRC, cuyo líder, el exconsejero Francisco Javier López Marcano, siempre ha sido el más beligerante con el PP de todos los dirigentes regionalistas, quizá por ser también el más atacado por los populares, en el debate político y en los tribunales. López Marcano ya creía en el mes de enero que se daban las condicione para la moción de censura en Torrelavega, pero entonces el PSOE desechaba el arreglo. En realidad, hace cinco semanas los dirigentes socialistas veían más riesgos que ventajas en la operación de asumir el gobierno de una ciudad llena de problemas de difícil solución, máxime con gobiernos del PP en Cantabria y en Madrid, y creían aún más productivo mantener el desgaste de Ildefonso Calderón y del PP hasta las elecciones.
Pero desde entonces las hostilidades se han desatado: el asedio a Calderón en el Parlamento, al que defendió Ignacio Diego con el plan de empleo para el Besaya por importe de 11 millones, y el acuerdo con el PRC para imponer las tasas municipales al PP. Y sobre todo, la presión creciente de la plantilla de Sniace y del sector obrero, el gran nicho del voto de izquierdas en Torrelavega, con un planteamiento que suena a ultimátum: ‘Si no hacéis nada contra la forma de gobernar de Calderón, de Diego y del PP, es que los estáis apoyando’.
Las dudas aún subsisten, pero el PSOE resolvió que había que hacer frente al deterioro político, económico y social constatado, ‘complacer a su público‘ y de paso, recuperar la alcaldía de la segunda ciudad de Cantabria, resarcirse de la histórica victoria de Calderón y del PP en el más preciado fortín socialista.
División socialista
Lo que seguramente la ejecutiva regional del PSOE no evaluó al autorizar, o más bien ordenar, la moción de censura es el alcance del cisma que se iba a abrir en Torrelavega entre la línea oficial, que representa la secretaria general y candidata a la alcaldía, Lidia Ruiz Salmón, y la exalcaldesa y portavoz municipal, Blanca Rosa Gómez Morante –han sido uña y carne durante años– que ha criticado públicamente y con gran dureza la moción de censura, la brecha abierta entre la militancia y el mal trato recibido desde su partido.
Porque la moción de censura en Torrelavega tiene también claves internas en el PSOE. La ejecutiva regional quiere una cara nueva, Ruiz Salmón, reforzarla como alcaldesa para ser de nuevo candidata en 2015 y evitarla si es posible unas primarias que pueda perder, por ejemplo frente a la exregidora. El sector crítico cree que, en realidad, la moción de censura es contra Gómez Morante, en connivencia con su tradicional adversario, López Marcano. Y el oficialismo se pregunta con ironía si la exalcaldesa habría hecho estallar su furia de haber sido la candidata elegida para la moción de censura.
Mientras tanto, Ildefonso Calderón y el PP se duelen ante el probable desalojo del poder en Torrelavega, que desde luego no les toma por sorpresa porque su situación siempre fue precaria. Si triunfa la moción, confían al menos en que las urnas les traigan en 2015 los ‘cadáveres políticos’ de sus enemigos.