Flaco favor nos has hecho, Paquirri, poniendo a tu hija en riesgo, que pienso que no en peligro. Como tu, actúan muchos padres y en diversas situaciones pero tu te has equivocado, echando leña al fuego, dándoles a los antitaurinos, animalistas, naturalistas y listas una voz innecesaria para tocar las narices.
Estoy harta de ver cómo padres medioambientales llevan a sus hijos en un transportín, detrás del sillín de su bici, con un altísimo riesgo de que un coche roce su bicicleta y caiga irremediablemente al suelo. También les he visto muchos veces llevarles en el asiento de delante del coche, o sin la sillita de protección o, incluso, en una manifestación en la que el solo sonido de un petardo puede desencadenar una desbandada. También les veo en conciertos multitudinarios con sus cachorros en los hombros aficionándoles a lo suyo en medio de una auténtica turba.
Tu conoces como nadie el oficio, sabes, como yo, que esa vaquilla no podía poner en peligro a tu hija, que se trata de una foto para el recuerdo… Pero ¡como se te ocurre subirla a la red! Lo que has hecho es conseguir que las críticas, los insultos, les hayan salido gratis. Has obligado a tus compañeros a hacer lo propio para secundarte en una suerte que, quizás, no deseaban. ¿Qué la tuya es una tradición familiar?, pues mira, Francisco-Paquirri, cuando tu padre se hizo una foto como esa contigo eran otros tiempos. Eran los tiempos en los que la tauromaquia era respetada, comprendida, tolerada y admirada, pero sobre todo, no había redes sociales, esas que los pusilánimes, amenzadores, insultadores y faltones utilizan para machacar todo lo que se les ponga por delante.
Ya sabes que nosotros somos para algunos unos energúmenos que por no querer no queremos ni a nuestros hijos. Que les den! Pero, por favor, no les ayudes.