Hace años recalaba en el banquillo del Real Madrid un tipo sencillo, sobrio, culto, muy culto, educado, cortés, apasionado por su trabajo, sin gran pasión por lo que rodea al fútbol y con una hoja de servicios realmente notable. Su paso por el Villarreal, un equipo que hacía de la necesidad, virtud, que entusiasmaba por su desparpajo, su buen trato al balón, su exquisito buen juego, hizo que el nombre de Manuel Pellegrini fuese adquiriendo una fama y prestigio realmente merecidos. Lo tenía todo para triunfar en el Madrid, prestigio, experiencia…todo, pero la experiencia en la Corte Blanca no cuajó. Ahora en Málaga, Manuel Pellegrini ha vuelto a hacer soñar a toda una ciudad, llevando a los andaluces a cotas nunca soñadas en el fútbol europeo ¿Tuvo el chileno un lapsus mientras vivía en Madrid?
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