Llega un momento en este tinerario tan desolado como hermoso en que el paisaje salvaje de Islandia y los retratos interiores, siempre heridos, de los adolescentes protagonistas se funden en sus límites y comparten extremos. Contemplativa y morosa, quizás en exceso, ‘Heartstone (Corazones de piedra)’ es una ópera prima que brilla por su madurez, por su ritmo a contracorriente y por la sabiduría con que se maneja el tempo y la expresión de sus personajes, gracias a la excelencia de quien los encarnan. Es curiosa la paradoja visual, de culturas, paisajes y caracteres que pueden propiciar el juego comparativo con la reciente ‘Call me by your name’, de Luca Guadagnino, entre su sensualidad, el despertar iniciático y el humanismo culto, y esta desolada, dura y desnuda naturaleza que envuelve a sus criaturas. El debutante Gudmundur Arnar Gudmundsson, uno de los representantes de un nuevo movimiento de cine islandés, no tiene prisa. Crea un estado latente de pulsiones sexuales, ansias de libertad, claustrofobia física y opresión sexual en el que destaca ese contraste entre la naturaleza desnuda, abierta y primigenia, como esos acantilados donde acontece una de las secuencias sutiles de poética y dolor, y el desequilibrio emocional y la distorsión sentimental. Oscura, con momentos de enorme sensibilidad a la hora de describir las fronteras inasibles entre la niñez, la adolescencia y los resquicios de vida adulta, la cinta crece pausada como un magma que parte de la iniciación, se diluye en una comunidad asfixiante y un entorno enquistado en una serie de costumbres, reacciones y mecanismos de defensa y la intolerancia. En ‘Heartstone’ cada personaje debe casi sangrar las emociones para salir victorioso de una geografía de soledad y desamparo. Lo verdaderamente atractivo del filme reside en sus sutilezas, en los detalles, en el juego de miradas y silencios cómplices de sus jóvenes protagonistas. Dolor, compasión y ese clima imperceptible que discurre en las entrañas convulsas y los disturbios que se adentran en un ecosistema de familiar desestructuradas, acoso y confusión. Hay un juego de identificación permanente entre la naturaleza volcánica y la erupción sensual. Un juego translúcido y opaco en el que se debaten caricias redentoras, placeres desvelados y vértigos dramáticos.
Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana
Sobre el autor
Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.