Deportistas de élite. No son como nosotros, admitámoslo. Han nacido con unos dones especiales. La capacidad de correr más rápido, saltar más alto, golpear más fuerte un balón, una pelota, una bola. Resisten más sobre una bicicleta, piensan mucho más rápido un regate. Ven una jugada sin mirar, simplemente sintiendo, a través de la piel, de la médula oblonga o del sentido arácnido, qué es lo que deben hacer.
La configuración mental de un deportista de élite no solo requiere del talento, sino de la fortaleza de voluntad precisa para convertirse en algo distinto. Llegar a la cumbre exige de unas tremendas dosis de sacrificio, dejando de lado todo lo que hace felices y normales a los jóvenes de su edad, hasta anularse, hasta convertirse en otra cosa, hasta llegar a donde tienen una posibilidad entre mil de llegar. Por cada Messi que se convierte en Messi, novecientos noventa y nueve messis se quedan por el camino, aniquilados por la ingente cantidad de cosas que pueden salir mal.
Son una anormalidad, una excepción, un error de la naturaleza. Monstruos de feria. Como tales, millones de personas pagan por ver sus rarezas, convertidas en arte o en épica simplemente porque es lo que queremos y deseamos contemplar. Y la suma de dones extraordinarios, inmadurez, configuración mental diferenciadora, la suerte y las paletadas de dinero que dejamos caer delante de sus puertas produce seres extraños. Viajan en aviones privados, conducen deportivos más caros que las casas de cualquiera de nosotros, viven en enormes mansiones apartadas de la gente. Para que esta no les persiga, no les agobie, no intente arrebatar un pedazo de divinidad cuando se cruce con ellos.
Son dioses. Como tales, se separan de nuestros problemas y de nuestras necesidades. No hacen la compra, no planchan su ropa, no se preocupan de lo que cuesta la comida que se están llevando a la boca ni de cómo pagaran la siguiente. Viven en un mundo endogámico, en una botella de cristal de la que no salen. Se vuelven arrogantes, indiferentes, autistas.
No siempre.
A veces, los dioses se hacen carne.
A veces, como ha sucedido con la campaña “Médula para Mateo”, los dioses se asoman a la ventana de su pequeño Olimpo y hacen que las cosas cambien. Decenas de deportistas como Pau Gasol, José Manuel Calderón, Rudy, Chema Martínez, Jorge Garbajosa, Rafa Nadal, Ricky Rubio, Pirri, Feliciano López, Iker Casillas, Fernando Torres, Cesc, Pepe Reina, Iker Muniain, Juan Mata, Javi Martínez, David Villa, Carlos Cuéllar, Felipe Massa, Alberto Contador…
Se reunieron, apoyaron, tuitearon, se concienciaron para apoyar al pequeño Mateo, un bebé al que se le había diagnosticado una leucemia infantil que ponía en riesgo su corta existencia.
Para informarte sobre cómo donar médula y dar vida a niños como Mateo, puedes hacerlo aquí. Gracias por anticipado.
(...)
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© cuestiondepelotas for Cuestión de pelotas, 2014. |
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