Una tregua por Navidad. El Gobierno PRC/PSOE ha disfrutado estos días de un periodo de distensión después de las muchas semanas de ardua negociación presupuestaria en varios frentes. En Cantabria se dibuja un escenario político nuevo, pero tan inestable como el anterior. Ciudadanos, el más modesto de los cuatro partidos con representación parlamentaria, se presta a salvar las cuentas de 2017, pero guardando las distancias, sin compromiso a largo plazo, mientras dos partidos antagónicos, PP y Podemos, se preparan para embestir contra el Ejecutivo desde izquierda y derecha. El clima de bronca y maniobra, la política de vuelo rasante que se vislumbra no es la más estimulante para un año en el que la región se juega la recuperación económica o la desmoralizante continuidad de la crisis y el elevado desempleo, pero es lo que hay.
Miguel Ángel Revilla ya tiene al alcance los Presupuestos que reclamaba para apuntalar la precaria estabilidad del Gobierno que preside y deja sin efecto la velada advertencia de unas elecciones anticipadas. El acuerdo con Ciudadanos, el ‘plan B’, es su oportunidad para impulsar el giro desde la política de subsistencia, que a duras penas alcanza a sostener la educación, la sanidad, la dependencia y pagar a los funcionarios, hacia la inversión productiva y la generación de empleo en la industria, el turismo, las infraestructuras o el medio rural, aunque el PSOE pugne por seguir poniendo el acento en las políticas sociales.
Por si acaso vienen mal dadas, el presidente dice que quisiera mantener vigente el pacto de investidura que firmó con Podemos, pero eso ya resulta tan forzado como el que deja a la novia plantada a la puerta de la iglesia y le propone seguir siendo buenos amigos. No, Podemos da por roto ese acuerdo y se propone escenificar la fractura más pronto que tarde.
El PSOE no oculta su satisfacción por el cambio. Una inyección de autoestima. Por la firmeza en la defensa de Salvador Blanco –y sobre todo de la líder del partido, Eva Díaz Tezanos– frente al acoso de Podemos y por el nuevo acuerdo con Ciudadanos que ha buscado con más intensidad que el PRC.
El Ejecutivo de coalición está en camino de salvar el escollo de los Presupuestos, pero eso no significa el final de las hostilidades internas, crecientes en el año y medio de legislatura, sin precedentes en los casi diez años de gobierno conjunto. Una dificultad añadida a la hora de gestionar un año decisivo.
Entre los muchos desencuentros, la ley del suelo y el Plan General de Ordenación Urbana de Santander. El PRC está dispuesto a mojarse para frenar el impacto de la anulación del PGOU por el Supremo, a cambio del apoyo del ministro De la Serna en la agilización del tren a Madrid y en otras infraestructuras y proyectos, pero su socio en el Gobierno no está por la labor de hacer favores al adversario. El PSOE utiliza los reparos de la Administración del Estado sobre la constitucionalidad de la ley de realojos aprobada en el Parlamento cántabro como un aviso a navegantes frente a los ‘apaños y atajos’ que PRC y PP puedan explorar en este asunto.
Ciudadanos, el nuevo ‘bastón’ del Gobierno, se ve zarandeado por Podemos y más suavemente por el PP, que para eso le apoya en Santander. El partido naranja ha vestido con un exhaustivo documento el acuerdo que frena la subida de impuestos, pero que no oculta las improvisaciones e incertidumbres de las cuentas. Por ejemplo, en los ingresos. En eso coincide con la oposición. También el propio Ejecutivo tiene muchas dudas en esa materia, aunque no lo admita.
Pero en todo caso, Ciudadanos ha dado un salto de calidad en su estrategia general de convertirse en un partido decisivo en las dos principales instituciones de Cantabria y ahora se trata de obtener rentabilidad de ese protagonismo.
Así que PP y Podemos se hacen cargo de la oposición. Juntos, pero no revueltos, con planteamientos diferenciados, por ejemplo en las enmiendas a la totalidad que preparan para el debate presupuestario, que eviten los malos entendidos en sus respectivos cuerpos electorales. Sobre todo ahora, a un mes vista de los congresos nacionales que celebrarán ambos partidos.
En el seno de Podemos Cantabria, el amante despechado en el nuevo escenario político, se reproduce el conflicto entre facciones que hoy afecta al partido, con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón como referentes. Un sector crítico, minoritario pero visible en Cantabria, opina que el oficialismo se ha equivocado gravemente en la negociación presupuestaria. Por jugárselo todo, a las claras y desde el principio, a que Revilla terminaría entregándoles la cabeza de Salvador Blanco para exhibirla como un gran triunfo frente al PSOE y mantener su influencia como aliado exterior del PRC. Pero el órdago ha resultado fallido. Desde la perspectiva discrepante, el giro a la derecha en el Gobierno de Cantabria que ahora denuncia Podemos no es sino el castigo a sus propios errores.