La anunciada implantación de Tubacex en Cantabria y el éxito político y mediático que se tradujo del ‘cabreo’ en el País Vasco por la oferta de suelo industrial ha animado al Gobierno de Ignacio Diego a dar nuevos pasos en su ‘política exterior’. Ayer, en Barcelona, en plena campaña del PP para frenar la ofensiva independentista y cuando los empresarios catalanes empiezan a pronunciarse en voz alta contra la aventura de Artur Mas. El escenario: el Círculo Ecuestre, uno de los clubes más antiguos de España, que concentra a la alta burguesía y a las finanzas de la Ciudad Condal, en el que todavía se exige corbata a los caballeros. Un foro amable para el PP, al que Esperanza Aguirre recurrió hace pocos meses para exponer su visión integradora de Cataluña y España. También Diego aportó ayer la suya: apagar incendios «tirando de chequera» supone el riesgo de alentar otros nacionalismos, incluso en Cantabria.
La iniciativa viajera del Gobierno –que empezó en México y que tendrá continuidad en Madrid y ya se verá si en otros centros empresariales– tiene como objetivo principal la búsqueda de inversión privada allá donde sea factible, en la idea de que los recursos públicos seguirán siendo muy escasos para la necesaria reactivación económica.
El encuentro empresarial de Barcelona, ‘engrasado’ en contactos previos y ahora a la espera de resultados prácticos, tiene también su dimensión doméstica: potenciar la imagen de capacidad de Diego para la gestión en circunstancias difíciles y en instancias relevantes. Una comparecencia de mayor repercusión institucional y mediática, pero complementaria a las de ‘Las cosas claras’, la gira del presidente por toda la región buscando la ‘distancia corta’ con la gente, un formato en el que se siente aún más cómodo.