Sucede muchas veces en el fútbol. José María Maguregui fue primero el finísimo ‘pelotero’ que dirigió con su gran calidad y visión de juego, y el apoyo aguerrido de Mauri, el medio campo de aquel Athletic Club de Bilbao campeón en la segunda mitad de los cincuenta, para convertirse después en un entrenador pragmático, conservador, resultadista, muy poco amigo de florituras. «Ahora la quieren tocar todos», se desesperaba el ‘Magu’ en el banquillo cuando alguna vez los ‘obreros’ se le desmandaban en el toquecito y el regate.
Maguregui siempre tuvo más claro que ningún otro entrenador que los equipos se construyen desde atrás: concentración, anticipación, huecos los mínimos, contundencia la que hiciera falta. Si además había calidad en medio campo y dinamita arriba, como en el legendario ‘Racing de los bigotes’, salía un equipo campeón. Si no, tocaba aparcar el célebre ‘autobús’ en el área propia, mantener el marcador a cero y esperar alguna oportunidad suelta para el talento de Quique y la velocidad de Campbell. Muchos seguidores y periodistas le reprochábamos a veces las limitaciones estéticas de su propuesta futbolística en los viejos Campos de Sport, pero él se mostraba inmutable. «El que quiera espectáculo, que se vaya al circo», era una de las muchas frases y ocurrencias de su fértil ingenio.
El estilo del ‘Magu’ era defensivo y sin concesiones a la galería, sin duda, pero tenía buen ojo para el futbolista de calidad foráneo –Damas, Quinito, Jiménez, Zuviría, Donnerup–. A los de casa –Víctor o Álvaro– les costó más ganarse el puesto. Maguregui también sabía leer los partidos. Cambiar sobre la marcha el sistema o los jugadores que no funcionaban antes de que fuera inevitable, a diferencia de muchos técnicos actuales que tienen decidido desde el martes a quién cambiar y en qué minuto, pero que el domingo parecen incapaces de reaccionar cuando ni el juego ni el marcador avalan su idea inicial.
Y lo más importante y meritorio: Maguregui logró permanencias y ascensos para el Racing –el equipo de su vida, como siempre dijo– con siete, con ocho, con diez, ¡con once! jugadores de la tierra en las alineaciones titulares. Con el ‘Magu’, el Racing fue, más que nunca, el equipo de Cantabria.